La primera noche ellos se acercan
y cogen una flor de nuestro jardín,
y no decimos nada.
La segunda noche ya no se esconden,
pisan las flores, matan nuestro perro,
y no decimos nada.
Hasta que un día el más frágil de ellos
entra sólo en nuestra casa,
nos roba la Luna,
y conociendo nuestro miedo
nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada.
Poeta ruso (1893-1930)
2 comentarios:
... triste pero bonito. El signo de los tiempos.
¡Me gusta tu blog! Tenía razón Ladypurr, es muy interesante :)
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